Por una amplia unión en defensa de la democracia, del Brasil y de los derechos del pueblo
La elección de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales instaura un nuevo período político en el país, marcado por amenazas a la democracia, al patrimonio nacional, a la soberanía de la nación ya los derechos del pueblo. Fue elegido un presidente de la República declaradamente determinado a instaurar un gobierno de contenido dictatorial, para implementar, a hierro y fuego, un programa ultraliberal y neocolonial.
La fórmula Fernando Haddad presidente, Manuela d’Ávila vice, obtuvo más de 46 millones de votos y catalizó una toma de posición de la conciencia democrática de la nación, lanzando las bases de una fuerte oposición que comienza ahora.
Hay un giro hacia un retroceso, la deconstrucción, e incluso la destrucción de históricas realizaciones y conquistas sobre las cuales, a pesar de graves problemas que persisten, se erigieron y florecieron Brasil y el pueblo brasileño.
Esto quedó muy explícito en la recta de llegada de la campaña de la segunda vuelta, cuando las propias instituciones de la República, con el Supremo Tribunal Federal (STF) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), fueron amenazadas. De igual modo, fueron atacadas garantías básicas de la Constitución Federal, como la libertad de prensa, de manifestación y de organización partidista. La autonomía de las universidades fue pisoteada. El presidente electo, durante la campaña, fue un pregonero de la violencia, de la intolerancia y del odio entre los brasileños, y juró encarcelar o expulsar del país a los ciudadanos y las ciudadanas “rojos” que de él divergían, y criminalizar movimientos y entidades del pueblo.
Dada la importancia de Brasil – que posee una economía que está entre las diez mayores del mundo -, esa ruptura reaccionaria tendrá un fuerte impacto regresivo en América Latina.
El gatillo de todo esto fue el golpe de agosto de 2016, que ahora se consolida con la asunción de la extrema derecha al gobierno de la República. Hay un corte en la construcción de la democracia, reiniciada en 1985 después del fin de la dictadura militar, por medio de un proceso electoral que transcurrió con el Estado Democrático de Derecho sofocado por el Estado de Excepción. La predicación de matriz fascista del candidato elegido emergió en ese lecho, no sin ser confrontada por las fuerzas de la democracia, una tendencia que seguramente se fortalecerá en este nuevo escenario político.
La lisura de los comicios fue corrompida para favorecer la candidatura de la extrema derecha, por intermedio de expedientes ilegales, al estilo de la denominada guerra híbrida que estimula el uso en gran cantidad de las falsas noticias, las llamadas fake news, expediente financiado criminal, según denuncias de prensa, por grandes empresarios. Tales ilicitudes, entre otras, interfirieron en el resultado de las urnas. Con toda razón, están en proceso de investigación en la Justicia Electoral, de la cual se espera profunda y ágil instrucción con decisiones consonantes a la gravedad de lo ocurrido.
La resistencia de las fuerzas democráticas, progresistas, populares y patrióticas comienza respaldada por la expresiva votación obtenida por la fórmula Fernando Haddad-Manuela d’Ávila y en la toma de posición de personalidades e instituciones que levantaron la voz para defender la democracia y la Constitución.
La resistencia, la oposición vigorosa, debe ser organizada en el marco de toda la vida política y social del país, empezando por el Congreso Nacional y otras casas legislativas, extendiéndose hacia los movimientos sociales, las organizaciones de la clase obrera, segmentos del empresariado, el universo académico, la intelectualidad, los artistas, el mundo jurídico, sectores religiosos, e incluso para los integrantes de instituciones de la República. Los gobernadores y los prefectos del campo democrático tendrán un importante papel en este emprendimiento.
Con esta nueva realidad, que representa una ruptura con el ciclo de avance de la democracia iniciado en la llamada Nueva República, el Partido Comunista de Brasil (PCdoB), como siempre lo hizo en su historia, se posiciona firmemente en la trinchera de la defensa intransigente de la nación, de la democracia y del pueblo.
El Partido Comunista de Brasil, leyenda casi centenaria, desde la República Vieja, en conjunto con las demás fuerzas progresistas del país, luchó contra todos los gobiernos y regímenes autoritarios y tiranos que infestaron la historia de la República. Con base en esa experiencia, transmite al pueblo brasileño la certeza y la confianza de que, a pesar de las graves amenazas que corren sobre el cielo del país, no será fácil a Bolsonaro realizar la obsesión de sepultar la democracia brasileña. Ella echó raíces profundas en el suelo patrio, costó a la nación muchas luchas y vidas. Progresivamente, a partir de los millones y millones que votaron y apoyaron la fórmula Haddad presidente, Manuela vice, una mayoría se levantará para defender la democracia, y ella ganará una vez más.
Para ello, el PCdoB se dirige al pueblo ya las fuerzas democráticas del país exhortando a que a partir de hoy iniciamos la construcción de una amplia unidad con el objetivo de descortinar horizontes a una jornada cívica, patriótica, democrática y popular, y la formación de barreras contra la vuelta de un régimen de Estado de excepción y en defensa de la democracia, del Brasil y de los derechos del pueblo.
São Paulo, 28 de octubre de 2018.
Diputada Federal Luciana Santos
Presidenta del Partido Comunista de Brasil – PCdoB
Comisión Ejecutiva Nacional del Partido Comunista de Brasil – PCdoB