PCdoB: La lucha por la vida y por la paz en tiempos de pandemia
Con el surgimiento de la pandemia de COVID-19, la humanidad pasó a enfrentar uno de los mayores desafíos de toda su historia, que afecta a todas las naciones y trae a la luz del día los gravísimos problemas estructurales resultantes del funesto neoliberalismo. Sus víctimas son fundamentalmente los trabajadores y trabajadoras y las naciones empobrecidas por las políticas de austeridad y neocoloniales y de restricción a las libertades democráticas.
La emergencia creada por el tan agresivo nuevo coronavirus afectará a parcela considerable de la población mundial y puede ocasionar el colapso de múltiplos sectores económicos y sociales. Es enorme el impacto psicosocial para las personas. Es preciso emprender esfuerzos para poner la vida en primer lugar, atender a la salud y al bienestar de las diversas camadas de la población y reforzar la lucha contra los persistentes problemas que afrontan a la humanidad.
En todo el mundo se demuestra la insostenibilidad del sistema de exploración y opresión que vivimos, no sólo debido al modelo neoliberal de (falta de) atención a la salud y otros servicios esenciales a la vida, volcados al lucro privado, como también en la intensificación de las amenazas a diversos pueblos a través de las políticas de los Estados Unidos y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Las potencias imperialistas intensifican sus políticas agresivas para mantener el mundo bajo su hegemonía. Frente a la crisis de salud pública, la gravedad de esas políticas se evidencia de forma cruel. Ahí están las guerras, que hoy envuelven millones de personas, en conflictos envolviendo países de todos los continentes.
Ahí está la perversidad de haber inmensas poblaciones de refugiados en todo el planeta, encorraladas por la xenofobia, por persecuciones, malos tratos y abandono. Hay casi 71 millones de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, según datos del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR): 26 millones de refugiados así registrados — inclusive 5,5 millones de palestinos y descendientes que, desde 1948, buscan refugio de las masacres provocadas por el régimen sionista y continúan impedidos de retornar a sus hogares; 41 millones de desplazados en el interior de sus países; y 3,5 millones de solicitantes de asilo. También hay 3,9 millones de personas apátridas, sin nacionalidad reconocida, según el ACNUR.
Esas personas ya enfrentan normalmente condiciones de extrema vulnerabilidad, intensificada por la actual emergencia mundial, y pagarán un precio inaceptable si falta solidaridad humana, empatía y cooperación en el socorro a la salud y por la sobrevivencia.
Entre las políticas agresivas de las potencias imperialistas están las adoptadas por los Estados Unidos contra Irán, Venezuela, Cuba y Siria, por ejemplo.
El refuerzo de las sanciones sofocantes contra Irán, que está entre los países más afectados por el avance del COVID-19 y sufre con la escasez de medicamentos y equipamientos médicos, es criminal y precisa ser contestado internacionalmente. Siria, que enfrenta casi una década de agresión expresada en el respaldo a grupos golpistas y terroristas y en las ofensivas militares de los EUA y sus aliados regionales, entra en este período devastada, pero resistente. Rusia, que hace frente a las maniobras y retórica de guerra, entre otras amenazas beligerantes de los Estados Unidos e de la OTAN, es blanco también de las sanciones de los EUA y de la Unión Europea, pero adopta medidas ejemplares en la contención de la epidemia en el país y envía asistencia hasta mismo a aliados de primera orden del imperialismo estadounidense, como Italia. Hasta mismo a los Estados Unidos Rusia ya envía ayuda médica.
En América Latina, se intensifica la ofensiva económica, mediática y política contra Venezuela, inclusive con la reciente decisión de la Fiscalía General de los EUA de acusar al presidente Nicolás Maduro y otras autoridades venezolanas de narcoterrorismo, corrupción y tráfico de drogas, para forzar la caída del gobierno legítimo de un país soberano. Se trata de chantaje el “plan de transición” del Departamento de Estado de los EUA, que demanda la formación de un gobierno interino que incluya al golpista Juan Guaidó, condición para que Venezuela pueda pedir préstamos y para el alivio de las criminales sanciones vigentes. Se mantiene y recrudece el bloqueo de seis décadas contra Cuba que, resistente, ha demostrado impresionante capacidad de ofrecer solidaridad internacional y cooperación en los momentos y lugares en que son más urgentes, mismo con todas las dificultades internas causadas por el bloqueo.
China, que asciende de forma acelerada como potencia mundial y es blanco de la furia del establishment norteamericano, enfrenta de forma altiva las ofensivas diplomáticas y comerciales de los Estados Unidos y sus amenazas beligerantes y, en este momento, también realiza esfuerzos económicos y humanitarios impresionantes en la contención de la epidemia y en la cooperación con las naciones más afectadas, enviando equipamientos y equipos médicos a diversos países.
A todos esos países y pueblos le expresamos nuestro apoyo solidario.
Son corrientes aún diversos conflictos devastadores, guerras y agresiones, como en Yemen, en Libia, Siria, Afganistán, Irak, Camerún, en Sahel, Sudán, en la República Centro-Africana.
Llamamientos como el del secretario-general de la ONU por un “cesar-fuego global” o de entidades populares por transformaciones que nos permitan derribar barreras rumbo a otro futuro pueden sonar idealistas, pero son los únicos caminos posibles y que tienen sentido en este momento, si la prioridad es proteger a las personas y mitigar los impactos de la pandemia en la economía mundial.
Es evidente la urgencia de un llamamiento global, un clamor por cooperación y solidaridad, por la protección a la vida y por medidas eficaces, humanitarias y comunitarias, que nos permitan, al enfrentar la presente situación, construir las bases no sólo de un retorno a la “normalidad”, sino de un salto a otra que no la del capitalismo neoliberal, que ya se mostró un fracaso.
Cuando algo precisa ocurrir imperativamente, pero momentáneamente se presenta imposible, tenemos la tragedia. No podemos aceptarla. Nuestro tan ansiado retorno a la nueva normalidad puede tardar, pero debe ser transformador. Y lo será, si unimos, para enfrentar la pandemia y los efectos que ya experimentamos, a todos aquellos que colocan la vida en primer lugar y refuerzan la lucha por la Paz mundial, a favor de un destino común de la sociedad humana, hecho de solidaridad, libertad, autodeterminación nacional y progreso para todas las naciones y pueblos del mundo.
Partido Comunista del Brasil – Comisión Ejecutiva Nacional
Brasilia – 2 de abril de 2020