Lenin, el genio de la praxis revolucionaria
Homenaje del PCdoB a los 150 años de nacimiento de Lenin.
22 de abril de 2020 marca los 150 años del nacimiento de Vladimir Ilyich Ulianov, dirigente de la Revolución Rusa mundialmente conocido por su célebre “nombre de guerra” Lenin. Más que cualquier otro personaje en la Historia, Lenin encarnó el concepto marxista de “praxis revolucionaria”, sistematizando y desarrollando la teoría para orientar y organizar una acción política determinada y consecuente, que transformó profundamente el mundo en que vivimos.
Lenin fue el gran arquitecto y constructor de la revolución que dio origen a la primera experiencia socialista de la Humanidad en el inicio del Siglo XX, generando impactos que reverberan hasta los días de hoy. Para más allá de la estructuración de un sistema mundial alternativo al capitalismo, el estado soviético – erguido bajo su orientación y liderazgo – dio contribuciones marcantes para la civilización humana, entre las cuales podemos destacar la expansión y la defensa de los derechos sociales (incluyendo los derechos de las mujeres y de las minorías sociales y nacionales), la épica derrota del nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial y la promoción activa de los procesos de descolonización que reconfiguraron el sistema internacional.
La repercusión global de la Revolución Rusa comandada por Lenin estimuló la creación de Partidos Comunistas en todas las regiones del planeta. En nuestras tierras, ella inspiró la fundación del Partido Comunista del Brasil en 25 de marzo de 1922, constituyendo el partido político más longevo aún en actividad en el país. El PCdoB se enorgullece de la matriz leninista de su formación, y busca situar su desarrollo en los marcos del vasto legado teórico y político de ese gran dirigente revolucionario.
La base de este vasto legado se asienta, precisamente, en el rescate de la naturaleza esencial y profundamente dialéctica del pensamiento de Marx. Lenin se opuso a los que intentaban transformar a la teoría marxista en un sistema cerrado de verdades dogmáticas. Enfatizó tratarse, en verdad, de un guía para estudiar y comprender la realidad social concreta, a ser enriquecido y actualizado con base en el propio desarrollo de esa realidad. Y buscó, de forma continua y consistente, extraer las consecuencias de ese desarrollo teórico para orientar las acciones de transformación de la realidad social. Además de promover importante sistematización del pensamiento de Marx, esto le permitió actualizar y desarrollar a la propia teoría de este, enfrentando la crisis que se instauró en el movimiento marxista/socialista en el inicio del Siglo XX en función de las transformaciones operadas en el sistema capitalista a la época.
A partir de la sistematización de la teoría del Estado de Marx, Lenin reafirmó la identificación del carácter de clase inscrito en la institucionalidad del poder político, y la necesidad del pueblo trabajador conquistar ese poder político y reconfigurarlo (con base en la más amplia democracia social posible) para viabilizar la transición sistémica para el socialismo. Pero el gran dirigente revolucionario ruso indicó, también, que la consciencia de esta necesidad no surgiría “espontáneamente” entre los trabajadores, que tendían a organizarse y movilizar por demandas corporativas de reversión parcial de la intensidad de la explotación de su trabajo. Para él, apenas el envolvimiento continuo y activo de los trabajadores en la lucha política podría despertar para una consciencia más amplia de los problemas y necesidades de esa misma sociedad. Por eso, según él, era fundamental la organización partidaria de los trabajadores para actuar e influir en el curso de la lucha política de cada país, ampliando sus horizontes de consciencia y acumulando fuerzas en el proceso. Las formas concretas asumidas por esa organización partidaria dependerían de las condiciones de actuación y lucha en cada país.
Lenin enriqueció y desarrolló, así, la comprensión teórica, originada en Marx, de que la acción política es la clave para la emancipación social. En su concepción, esto implicaba la adopción de políticas de alianza muy amplias y flexibles por los partidos revolucionarios, conforme la identificación de la contradicción principal en cada etapa del proceso político y visando unir el mayor número de fuerzas posible para aislar y derrotar el enemigo principal de esa etapa (en las condiciones de la Revolución Rusa, era particularmente importante el establecimiento de alianzas con fuerzas representativas del campesinado, ampliamente mayoritario en el país). Proporcionó, por lo tanto, una clave teórica crucial para situar y orientar la disputa estratégica por la hegemonía política de la sociedad, según las condiciones históricas concretas de cada formación económico-social.
Otra contribución teórica destacada y fundamental de Lenin para la teoría marxista fue la identificación y sistematización del pasaje del capitalismo, al final del Siglo XIX, para una fase de amplio predominio de los monopolios en las potencias capitalistas centrales, consecuencia de la “ley de la concentración y centralización de la producción” ya apuntada por Marx. Según Lenin, fue justamente ese pasaje que sustentó la brutal expansión colonial de esas potencias en Asia, África y América Latina en el mismo período. Por eso, su sistematización quedó conocida como “la teoría del imperialismo”. En su visión, la economía política del capitalismo en la nueva fase monopolista pasaba a ser dominada por la fuerza del capital financiero, que procuraba reservar territorios económicos para explotación exclusiva o privilegiada en todo el planeta, vía colonización abierta o subordinación política.
Pero Lenin no se limitó a sistematizar las características distintivas de la nueva fase monopolista del capitalismo. Él extrajo de esa sistematización teórica consecuencias estratégicas y tácticas para la actuación política de las fuerzas revolucionarias. Concluyó que, en las nuevas condiciones, los movimientos por la emancipación nacional en las colonias y en los países dependientes de Asia, África y América Latina se tornarían un vector fundamental de la lucha revolucionaria en el mundo. Por eso, defendió que los partidos socialistas incorporasen a sus programas la defensa del “derecho a la autodeterminación de los pueblos”, proposición que enfrentó fuerte resistencia de variados sectores de la izquierda europea en la época.
Lenin indicó, aún, que el adviento de la fase monopolista del capitalismo generaba una dinámica de “desarrollo desigual” en el sistema internacional. La acumulación del capital en los países donde el capital financiero era más concentrado y desarrollado se embasaba cada vez más en la renta extraída de actividades productivas en otros países y regiones. Esta naturaleza cada vez más “rentista” y “parasitaria” de la acumulación llevaba a la descomposición del dinamismo económico en el corazón del sistema, y al continuo surgimiento de polos económicos concurrentes más dinámicos en otros países y regiones. Estos nuevos polos, por su vez, pasaban a cuestionar las estructuras de dominación hegemónica de la potencia en declive económico. Por eso, según Lenin, las tensiones entre las potencias eran inevitables en la “era del imperialismo”, y el sistema internacional se tornaría cada vez más inestable y turbulento, propenso a conflictos y guerras. Cabría a los partidos revolucionarios saber explotar políticamente a las tensiones y contradicciones entre las potencias capitalistas centrales para avanzar sus propias agendas de emancipación nacional y social, al mismo tiempo en que desarrollasen una fuerte movilización internacionalista contra la guerra imperialista y por la paz.
El valiente desarrollo de la teoría marxista por Lenin – y su firme y consistente disposición de extraer las consecuencias políticas de ese desarrollo teórico – estuvo en la base del triunfo de la Revolución Rusa y del impulso que esta dio a las fuerzas de transformación social en el mundo desde entonces. Sus contribuciones para el pensamiento marxista son, de hecho, vastas, y abarcan obras de gran profundidad y temática variada como El Desarrollo del Capitalismo en Rusia, Qué Hacer?, Materialismo y Empiriocriticismo, El Imperialismo – Fase Superior del Capitalismo, El Estado y la Revolución, El Izquierdismo – Enfermedad Infantil del Comunismo, entre tantos otros. La lectura de esas obras formó generaciones de comunistas, socialistas, nacionalistas, demócratas y revolucionarios en el Brasil y por todo el mundo.
El PCdoB es heredero del legado teórico y político de este genio de la praxis revolucionaria, cuyas proposiciones continúan proporcionando claves fundamentales para enfrentar los desafíos del Siglo XXI. Pero sabemos que el mayor homenaje que podemos hacerle a Lenin en los 150 años do su nacimiento es seguir su ejemplo y desarrollar la teoría marxista de manera abierta, creativa y no-dogmática, para comprender las transformaciones del mundo en el último siglo‑– tanto los nuevos padrones productivos del capitalismo, cuanto el propio colapso de la Unión Soviética y la ascensión fulgurante de la República Popular de China – y desvendar los caminos para sustentar un Nuevo Proyecto Nacional de Desarrollo del Brasil y la construcción de un socialismo con la cara de la gente brasileña.
LENIN VIVE, VIVA LENIN!
22 de abril de 2020
Comisión Ejecutiva Nacional del Partido Comunista del Brasil (PCdoB)