Luciana Santos: Abrir caminos en la lucha en defensa de la democracia
Discurso de la presidenta nacional del PCdoB, Luciana Santos, en el día 30/11, en la apertura de la reunión del Comité Central.
El PCdoB realiza una reunión histórica de su Comité Central. En este momento particular de la vida del país, los comunistas se reúnen para analizar el carácter del nuevo gobierno que se forma, bajo el mando de Jair Bolsonaro, y los factores que contribuyeron a su victoria.
También iniciamos el debate sobre nuestra táctica en esta nueva cuadra y la construcción de la resistencia. Estamos realizando el balance de nuestra participación en el proceso electoral y debatiendo medidas para enfrentar la superación de la cláusula de barrera en un proceso de conversaciones de alto nivel con la Dirección Nacional del Partido Patria Libre (PPL).
Partimos de la constatación de que el ciclo político iniciado en 1985, con el fin de la dictadura militar, fue resultado de la lucha de generaciones en la defensa de la democracia, y contra el régimen de excepción. Este ciclo, que tuvo en la Constitución de 1988 un momento alto, está colocado en jaque con la elección de Bolsonaro.
Esta reunión tiene como objetivo preparar nuestras fuerzas para hacer el enfrentamiento, el combate en la esfera de la lucha de masas, en la disputa de ideas y en la acción institucional. Tenemos el desafío de construir un amplio y flexible movimiento en defensa de la democracia. La lucha que se avecina es de gran envergadura. Sin embargo, la política es el campo de la disputa, del indeterminado, y no de las certezas. La acción de amplios sectores en la defensa de la democracia puede cambiar el curso de los vientos.
El escenario internacional está marcado por la crisis y el ascenso de fuerzas retrógradas
La elección de Bolsonaro ocurrió en un escenario internacional marcado por el agravamiento de la crisis del capitalismo que, con su característica contemporánea, es cada día menos compatible con la democracia. En consecuencia, una condición propicia para el crecimiento de las fuerzas de extrema derecha. Dentro de ese escenario, todavía se da una intensa lucha en torno a las configuraciones del orden internacional.
La crisis económica de 2007-2008, que produjo millones de desempleados, extrajo derechos, fragilizó naciones, y viene produciendo innumerables consecuencias de orden político. Las medidas de austeridad adoptadas en Europa han aumentado aún más la distancia entre el capital y el trabajo y han contribuido a un cuestionamiento cada vez mayor de las fuerzas políticas que conduce el proceso. El viejo liberalismo político, cosmopolita, que modeló la Unión Europea (UE) e instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha sido cuestionado por una nueva derecha que es ultraliberal en la economía, autoritaria en la política y retrógrada en las costumbres.
Las fuerzas retrógradas, presentándose como restauradoras del orden y manipulando la bandera de la nación, han logrado galvanizar resultados políticos importantes. Es robusto el crecimiento de fuerzas obscurantistas en el viejo continente. La extrema derecha está en el poder en Polonia, Hungría, Rumania, Eslovenia y Ucrania. Es parte de la mayoría gubernamental en Italia, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, además de ser una fuerza expresiva en Francia, y ha vuelto a aparecer en España. En las elecciones del parlamento europeo de mayo de 2019 debe consolidarse como la tercera fuerza política. Esta misma onda produjo las victorias de Donald Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido. La ola en que Bolsonaro surfa, por lo tanto, es mundial.
Brasil y la construcción de un mundo multipolar
En la última década, Brasil avanzó en la construcción de un desarrollo autónomo importante. Buscó internacionalizar a sus empresas, formó, bajo su liderazgo, un polo regional en América del Sur, ha contribuido a la articulación del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y descubrió estratégicas, por eso codiciadas, reservas de petróleo.
Vivimos una época en la que emerge con fuerza la centralidad de la cuestión nacional. En torno a ella es que se dan, en gran medida, las disputas por el reordenamiento del orden internacional. Las potencias imperialistas, para mantenerse en el centro poder, adoptan políticas de cuño neocolonial para otras naciones y contienen la emergencia de proyectos nacionales soberanos.
Hacer que Brasil se distraiga de esas iniciativas, que vuelva a adoptar una postura de alineamiento a Estados Unidos, a flexibilizar su soberanía en torno a recursos estratégicos y distanciarse de iniciativas como la del BRICS, contribuyó, en última instancia, al mantenimiento del actual orden internacional.
Factores que incidieron en la ascensión de fuerzas retrógradas en Brasil
Además de esos elementos externos, la elección de Bolsonaro fue consecuencia de un conjunto de factores que aún están por ser mejor evaluados para que podamos extraer lecciones para realizar el enfrentamiento. A fin de iniciar esta reflexión, puntuamos algunos elementos que, en nuestra consideración, merecen ser profundizados y desarrollados.
La existencia de exponentes de fuerzas fascistas en Brasil no es algo esencialmente nuevo. En la década de 1930, en el lecho de las consecuencias de la crisis económica de 1929, uno de los movimientos políticos de mayor fuerza fue la Acción Brasileña Integralista, una expresión autóctona del fascismo. Bajo el lema Dios, Patria y Familia, el movimiento, con fuerte base social, hizo un amplio uso de la religión, del moralismo y del combate al “comunismo” como su expresión política. Hoy, los herederos de este movimiento están en diferentes movimientos de extrema derecha.
En las Jornadas de Junio de 2013 se desarrolló una intensa disputa política e ideológica que, en cierta medida, perdimos. Allí se abrió espacio para la emergencia de movimientos retrógrados en las calles y un largo período de tensión y de inestabilidad, que culminó con el impeachment de la presidenta Dilma.
La Operación Lava Jato, con fuerte componente de cooperación externa, se transformó en una cruzada liderada por el juez Sérgio Moro contra el sistema político y, en especial, contra el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva. Su objetivo, en el último período, fue el de retirarlo de la disputa presidencial. Por supuesto, uno de los factores determinantes del resultado de las elecciones.
El ambiente de negación de la política, cultivado desde 2013 y fortalecido por la Operación Lava Jato, creció al punto de llegar al índice del 86% de la población diciendo que estaban descontentos con los políticos. La elección de 2016 eligió a varios personajes que se presentaban como outsiders, como el alcalde de Belo Horizonte, Alexandre Kalil, y de São Paulo, João Dória.
Fue en las redes sociales, con soporte externo y haciendo uso de grandes bancos de datos, que esos grupos de extrema derecha encontraron el locus y las herramientas para organizarse y difundir su repertorio. La tecnología del whatsapp fue decisiva para el establecimiento de una agenda orientada a los temas morales, para las fakenews, en contraposición a los temas centrales del debate sobre los rumbos del país.
Las elecciones que venían siendo marcadas por el victimismo derivado de la prisión del Lula cambiaron de ruta con la facada sufrida por Bolsonaro. Esto contribuyó a aumentar el drama del proceso electoral y, cuando él podía participar en los debates, se valió de la tragedia para no comparecer.
Se formó entonces un amplio frente político y social contra la presencia de las fuerzas de izquierda en el gobierno. El candidato que tuviera la posibilidad de derrotarla recibiría apoyo del establishment.
El PCdoB aprobó, en su 14º Congreso, realizado en noviembre de 2017, una resolución que orienta la creación de un frente con amplios sectores de la sociedad para la defensa de un nuevo proyecto nacional de desarrollo. Su construcción, sin embargo, encontró resistencias en varios sectores y el resultado fue que ni siquiera en el campo de la izquierda hubo unidad en torno a una candidatura.
El debate electoral y el final de un ciclo político
En los momentos de crisis y desestructuración, las personas buscan anclas, formas de contención de la incertidumbre y la inseguridad. Al mismo tiempo, buscan una autoridad capaz de restaurar el orden. La candidatura de Bolsonaro logró construir un discurso capaz de galvanizar esos sentimientos.
Como se afirmaba, sería muy difícil que un candidato se eligiera en Brasil con una agenda de defensa del Estado mínimo, apoyado en las privatizaciones y en la “reforma” de la Previsión Social. Bolsonaro encarnó el antisistema e hizo del antipetismo su bandera, con un discurso de falso combate a la corrupción, al juego político, a los “rojos”, a los privilegios, a la violencia y en defensa de los “valores de la familia brasileña”. Se debatió mucho sobre si el “kit gay” era cierto o no, pero se habló muy poco sobre programa de gobierno, proyecto de país, como tradicionalmente se debate en las elecciones presidenciales.
La elección de Bolsonaro se dio con la mácula de la financiación privada y de noticias falsas, de la intimidación, del abuso del poder de exponentes del Estado. Sin embargo, la placa Fernando Haddad-Manuela D’Ávila obtuvo más de 47 millones de votos, superando el 45% del electorado brasileño – una votación precedida por la movilización de amplios sectores democráticos. La última semana de campaña demostró el vigor de un amplio frente en defensa de la democracia, los derechos y la libertad.
Este resultado electoral pone fin al ciclo político iniciado con el fin de la dictadura militar, y que tuvo en la lucha por la amnistía, en la disputa del colegio electoral y en la promulgación de la Carta Magna de 1988, un ciclo importante de conquistas y avances democráticos. En la mayor parte de ese período de treinta años, tucanes y petistas lideraron coaliciones antagónicas, disputando seis elecciones presidenciales sucesivas. Estas fuerzas poseían un entendimiento común en términos de convivencia y visiones sobre conquistas civilizatorias. Con la elección de Bolsonaro, ese marco está colocado en cuestionamiento abierto.
Una primera caracterización del nuevo régimen que se forma
Uno de los desafíos centrales de este primer debate es lograr una caracterización inicial del gobierno de Bolsonaro, de sus objetivos, de sus contradicciones. A primera vista, la impresión es que se trata de un gobierno ultraliberal en la economía, autoritario en la política y retrógrado en las costumbres. No hay un proyecto claro y definido de país. Lo que existe son múltiples núcleos, con agendas y visiones propias, muchas veces contradictorias, pero también con cierto nivel de convergencia en determinados aspectos. Entre los aspectos que unen este grupo están la retirada de la izquierda del poder, la negación de la política y una “reforma” del Estado que revise aspectos esenciales de la Constitución de 1988, como derechos del pueblo y tamaño del Estado.
Bolsonaro es un fenómeno singular. Su discurso trae una visión de mundo que nos remite a los tiempos de la Guerra Fría y de la necesidad de combatir a un enemigo interno, en este caso la oposición. Su carácter autoritario trae marcas del período de la dictadura militar y denota rasgos fascistas.
Sin embargo, es necesario puntuar que, a pesar de la victoria de Bolsonaro, el electorado brasileño no es todo de derecha. Mucho menos de extrema derecha. Es un electorado que asiste al desgaste de la política, ve sus problemas sin solución, siente los impactos de la crisis y encontró una fuerza portadora de un discurso movilizador que promete colocar las cosas en el lugar e imponer cierto orden en el caos.
De igual modo, no es posible afirmar que los votos dados a Bolsonaro sean un referéndum sobre el proyecto de privatizaciones y de desmontaje del Estado. Hasta porque tal agenda quedó ofuscada al logo de la campaña. Poco se discutió sobre proyecto de país, sobre cómo enfrentar el desempleo, cómo hacer que Brasil vuelva a desarrollarse. Y mucho se habló sobre temas comportamentales, y la posesión de armas de fuego.
Bolsonaro ha buscado presentarse como un gobierno de ruptura con la política, con la forma de relacionarse con el Congreso, con el distanciamiento de los partidos para la formación del gobierno y, por consiguiente, buscando crear una nueva dinámica que sustituya al llamado “presidencialismo de coalición “. No se sabe si conseguirá aprobar las “reformas” y sus demás proyectos. La propia reducción de ministerios y la creación de superestructuras ministeriales apunta, en última instancia, a crear feudos y disminuir la incidencia de la política en la conducción de los rumbos del país.
Bolsonaro actuará para mantener al alza la polarización en la sociedad y garantizar el compromiso de sus redes. Es un gobierno que posee una militancia fiel y sectaria que necesita ser movilizada constantemente. Cualquiera que se oponga a alguna de sus medidas, pronto será acusado de enemigo interno, de estar contra Brasil. Es de interés del gobierno mantener la polémica accede y jugar en la polarización de la sociedad. Sabe que será con el discurso de la guerra cultural, de los valores y del radicalismo político que mantendrá encendidas y conectadas sus redes sociales.
Los polos de poder en el gobierno Bolsonaro
1 – El uniforme. Compone la mayoría del gobierno, siendo siete hasta entonces (contando con el vicepresidente, el general Hamilton Mourão). Reúne los cuadros más preparados, pero, en general, con una visión retrógrada de las fuerzas políticas. Están ubicados en puestos estratégicos y aparentan funcionar como un cordón de aislamiento de presiones políticas. Poseen proyecto y visión propia sobre el desarrollo del país y de sus intereses estratégicos. Mourão, en una entrevista reciente, dejó clara la discordancia con aspectos importantes de la agenda propuesta por Paulo Guedes y externada por Eduardo Bolsonaro para la política exterior. Cabe señalar la preocupación del general Eduardo Villas-Boas sobre los riesgos de politización y quiebra de jerarquía en las Fuerzas Armadas como consecuencia del gran número de militares involucrados en el gobierno.
2 – La toga. Es en esencia el Partido de la Operación Java Jato, que se hace presente por la parcela del Poder Judicial que actuó en los últimos años para implosionar el sistema político y aligerar las fuerzas de izquierda del gobierno. Es la expresión del autoritarismo de nuevo tipo. Sus integrantes actúan dentro de los márgenes de la legalidad, funcionando en la forma de un Estado de excepción que ahoga al Estado Democrático de Derecho. En la estructura del superministerio, el formato es similar al de la Operación Lava Jato, aparentemente priorizando el tema de la corrupción y no el de la seguridad pública. Queda por saber si sus cañones seguirán dirigidos exclusivamente a la izquierda.
3 – Los bancos. En el gobierno de Bolsonaro, terminaron los intermediarios. Ahora los hombres de las grandes corporaciones, de los grandes bancos, es que conducen directamente y con autonomía la política económica del gobierno. El equipo formado por Paulo Guedes deja patente el predominio de los intereses privados sobre lo público y lo social. Su agenda es la de la privatización, de la apertura financiera y de fuerte contradicción con la industria. Necesitará el Congreso Nacional para realizar parte expresiva de las “reformas” y privatizaciones. Además, podrá entrar en ruta de colisión con el polo del uniforme y con figuras como el nuevo canciller.
4 – El clan. Es el más heterogéneo, compuesto por los hijos del presidente electo, por exponentes de agrupaciones evangélicas, y tiene en el filósofo-astrólogo Olavo de Carvalho uno de sus mentores intelectuales. Es el polo más virulento del futuro gobierno. Defendió el cierre del Supremo Tribunal Federal (STF) y la criminalización del “comunismo”, y propone una agenda de seguridad basada en el porte de armas, además de la “ley de la mordaza” (la propuesta de Escuela sin Partido), entre otros.
En este polo se destaca uno de los hijos, Eduardo Bolsonaro, que busca crear bases para una proyección internacional del capitán-presidente como un liderazgo del mundo conservador, en alianza con lo que existe de más retrógrado en la arena mundial. De ese polo ha salido los nombramientos más ideológicos del gobierno Bolsonaro: la de los ministros Ernesto Araújo (Relaciones Exteriores) y Ricardo Velez Rodrigues (Educación). En los últimos días, el hijo Carlos Bolsonaro (concejal en la ciudad de Río de Janeiro) levantó la tesis de amenazas de integridad a la vida del presidente electo.
Brasil que Bolsonaro tendrá que gobernar y el anuncio de las primeras medidas
Cuando Bolsonaro tome posesión, tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de enfrentar una compleja situación económica y social. El nuevo gobierno comenzará en medio del agravamiento de la crisis internacional, con el país marcado por el pesimismo. La economía mundial da señales de haber entrado en un nuevo espiral de desaceleración, agravado por la guerra comercial de Estados Unidos contra China.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyecta una disminución del crecimiento de la economía mundial, saliendo del 3,7% este año al 3,5% en 2019. La Fed, el banco central de Estados Unidos, proyecta una acentuada desaceleración de la economía de Estados Unidos saliendo del 3,1% de este año, al 1,8% en 2021. China, aún de acuerdo con la OCDE, tendrá un crecimiento del 6,6% en 2018 y debe caer a un nivel de 6 en 2020. En los países en desarrollo, como Turquía, Argentina y Brasil, la presión derivada de la apreciación del dólar y la elevación de la tasa de interés en Estados Unidos puede provocar nuevas turbulencias.
Para Brasil, la OCDE redujo sus proyecciones de crecimiento de la economía en 2019 del 2,5% al 2,1%, de acuerdo con su informe. Los resultados de las acciones del gobierno en la esfera económica serán más complicados y demorados, pues dependen en gran medida de aprobación en el Congreso Nacional, que puede tener convergencia con ciertas agendas económicas, pero deseará imponerse como poder autónomo.
Llama la atención la ausencia de una política para el sector industrial, responsable del 32% de la recaudación de tributos federales, por el 51% de las exportaciones brasileñas y por el 21% del Producto Interno Bruto, además de generar el 20% del empleo formal. Las señales son que habrá regresión en la economía, disminución de la renta y mayor dependencia.
Es claro que, con la consolidación de la “reforma” laboral, privatizaciones y una posible “reforma” de la Previsión Social, el gobierno de Bolsonaro podrá recalentar la economía. El desempleo, que alcanza a 12,4 millones de brasileños, puede ser mitigado con la generación de empleos precarizados. Si se mantiene el fin del Ministerio de Trabajo, observamos la eliminación completa de las garantías institucionales que las relaciones con el trabajo demandan.
En la política exterior, el clan Bolsonaro ha dado las cartas; hasta la indicación del canciller Ernesto Araújo, que promete liberar a Itamaraty del “marxismo cultural” (sea lo que eso signifique), sin dejar claras las líneas a ser adoptadas. Quien venía dando el tono es el diputado Eduardo Bolsonaro, que se coloca en la condición de un canciller paralelo, o enviado especial del padre en misiones internacionales, rompiendo protocolos, y realizando anuncios sobre los rumbos de nuestra política exterior.
El anuncio de las intenciones de revisar el Mercosur y la revisión del Tarifa Externa Común (TEC) tendrían como consecuencia un fuerte impacto en el sector industrial, destino de la inmensa mayoría de nuestros productos industrializados, particularmente el sector automotriz. En 2017, del total que se vendió al bloque, el 93% fueron productos manufacturados. Esto se debe, en buena medida, al TEC, que nos ayuda a proteger de la competencia externa. Derribar la TEC, como quieren algunos, traerá, para nuestra industria, la competencia directa de China y de otras economías asiáticas.
La reafirmación, por parte del diputado Eduardo Bolsonaro, de que la embajada brasileña en Israel será trasladada desde Tel Aviv a Jerusalén (algo hecho solamente por Estados Unidos, Guatemala y Honduras), producirá impactos negativos en el sector del agronegocio. Además del aspecto comercial, tal postura distanciaría a Brasil de su postura diplomática histórica de mediación de conflictos, además de convertirnos en blancos de acciones de la fuerza de exponentes extremistas.
La insistencia en buscar alinearse a Estados Unidos en el momento de una intensa guerra comercial con China es al menos poco inteligente. Brasil podría adoptar una postura de neutralidad y actuar en la mediación de las tensiones, e incluso si valiera de alguna ventaja comercial que la disputa producirá. Sin embargo, al adoptar una alineación a Estados Unidos e incorporar al discurso ciertos niveles de hostilidad a los chinos, las cosas cambian de configuración. Siempre es válido recordar que China, principal socio comercial de Brasil, fue el destino del mayor volumen de exportaciones brasileñas en 2017, alcanzando la cifra de 50.000 millones de dólares.
Los Estados Unidos, con su política de “América First” orientada prioritariamente a sus intereses internos, tienen muy poco que ofrecer a Brasil y mucho a pedir en términos de alineamiento y de presión para que realizemos el trabajo sucio que los ultraconservadores del entorno de Trump desean. ¿Qué ganaría Brasil haciendo el papel sucio contra Cuba y Venezuela?
En la esfera social y de inversiones, el mantenimiento de la política de techo de los gastos y las medidas anunciadas de fuerte ajuste económico tienden a agravar la situación de la salud pública y de los sectores más vulnerables que dependen de la acción del Estado. Las consecuencias del término de la asociación del gobierno cubano con el programa Más Médicos agravar la rutina de improvisaciones y precariedad de la atención de salud.
Las agendas conductuales, que deben generar un grado mayor de contradicción, como es la “Ley de la Mordaza”, pueden ser barradas por el Supremo Tribunal Federal. Lo que debe dar un gas al inicio del gobierno serán las acciones oriundas del Ministerio de Justicia, comandado por Sérgio Moro, a partir de la estructura montada similar a la Operación Lava Jato, con apoyo mediático y actitudes de impacto.
Sin embargo, todo esto son proyecciones. Lo que se ve son núcleos disputando espacio y su visión sobre determinados temas. A pesar de que la formación del ministerio da una indicación del perfil del gobierno, no es cierto qué línea prevalecerá, dado que existen fuertes contradicciones entre los distintos polos. Congreso Nacional – arena de importantes disputas y que guarda las contradicciones que le son inherentes, la Cámara de Diputados tendrá un escenario privilegiado de la disputa política, principalmente porque es una Casa, salve la redundancia esencialmente política, y que buscará mantenerse como un polo autónomo de poder. Pero el estilo Bolsonaro es romper con la lógica de las coaliciones y diseñar un nuevo modelo de gobernabilidad.
Sin embargo, el proceso legislativo está estructurado en los partidos; es el colegio de líderes que organiza el proceso legislativo. Para implementar su programa de gobierno, Bolsonaro necesitará apoyo en el parlamento. Hoy, los principales temas presentes en la agenda congresal son la “reforma” de la Previsión Social, el proyecto de la “Ley de la Mordaza”, el Estatuto de la familia y la reducción de la edad penal. Una cosa es tratar con los frentes parlamentarios sobre temas comportamentales conservadores, otra es la agenda de “reformas” económicas. Los intereses en juego son mayores y muchas veces contradictorios, lo que hace indispensable la composición y el diálogo con los partidos. En este escenario de post-resaca electoral, las fuerzas políticas empiezan a movilizarse, buscando posicionarse ante el nuevo gobierno. A pesar de estar alejados del proceso de formación del nuevo gobierno, los partidos y los líderes más tarde o temprano se impondrán.
En este cuadro de fuertes rasgos autoritarios, la elección del presidente de la Cámara de Diputados será la primera gran disputa con el nuevo régimen. Mantener el Congreso Nacional como poder autónomo, no alineado automáticamente con el gobierno, será un importante respiro para el ambiente democrático, para que se haga prevalecer la política en la conducción de los temas que interesan al país. Debemos, desde ahora, moverse para garantizar una composición en la que prevalezcan la política y la garantía del proceso legislativo. Garantizar un funcionamiento independiente del parlamento y su prerrogativa de legislar y contener los excesos. Resistencia, amplitud y ingenio ante este nuevo orden. Debemos actualizar nuestra táctica, reflexionar sobre las formas de fortalecer la resistencia y actuar con amplitud y sagacidad. Es un debate que se inicia y que llevaremos a cabo en los próximos meses, aguardando el inicio de facto del gobierno Bolsonaro. Resistencia, amplitud y sagacidad. Estas son las claves para actuar en este nuevo tiempo. Resistencia para hacer frente a un gobierno de ruptura, que instala un nuevo orden; amplitud, pues debemos reconocer que sólo con un amplio movimiento político podremos hacer frente a este nuevo orden; y sagacidad para saber explorar las contradicciones en el seno del enemigo.
Este esfuerzo de actualización demanda tareas en las tres esferas de acumulación que desarrollamos en el trabajo del partido: la lucha de ideas, el frente de masas y la lucha institucional. Son tres esferas totalizadoras y sinérgicas. ¿O no son en el seno de los movimientos sociales donde existe un intenso debate de ideas en los días de hoy? En la lucha de ideas, se hace necesario desentrañar con más profundidad las transformaciones que se vienen dando en la sociedad brasileña y en el mundo, que permitieron la emergencia del fenómeno Bolsonaro, sus contradicciones y sus límites. Esto debe contribuir a nuestra actuación política y al enfrentamiento político e ideológico. En el frente de masas, será necesario pensar de modo abierto y creativo formas de resistencia y de convergencia de acción. Debatir el papel de las articulaciones de los movimientos sociales, definir estrategias comunes y amplias, agregando sectores como las asociaciones profesionales y las iglesias, además de intelectuales, artistas, entre otros. El frente institucional gana aún más relevancia. Sea la actuación en la Cámara de Diputados, sea en los gobiernos locales, o nuestra presencia en los gobiernos estatales. Estos puestos serán posiciones estratégicas de la lucha política en el próximo período. Nuestra primera tarea en esta esfera será la elección del presidente de la Cámara de Diputados, buscando garantizar que sea un espacio donde prevalezcan la política y la autonomía del parlamento.
La radicalidad en la oposición a Bolsonaro está en lo hacer de manera más amplia la política. Y el núcleo central de nuestra táctica será el esfuerzo de trabajar en la creación de convergencia entre fuerzas heterogéneas, que tengan como punto en común la defensa de la democracia. El gran desafío de este amplio movimiento debe ser la defensa del Estado Democrático de Derecho como precondición para establecer el debate sobre las propuestas para sacar al país de la crisis económica y política. Se suma a otras reivindicaciones, como la defensa de los derechos y de las conquistas sociales, la defensa de la soberanía y las libertades. Esto requerirá desprendimiento, flexibilidad y paciencia. En la construcción de este movimiento tendrán un papel destacado en nuestros liderazgos, en especial Manuela D’Ávila y el gobernador Flávio Dino, exponentes de primera línea en los esfuerzos de articulaciones. El pueblo dio el rumbo y el norte en la segunda vuelta. Este es el camino que debemos seguir. El PCdoB en las elecciones de 2018 Iniciamos, con este debate, un balance crítico y autocrítico sobre nuestro resultado electoral. Muchas cuestiones planteadas ayudan a enriquecer nuestro balance. Este proceso comenzó en el marco de la última Comisión Política Nacional, que designó la preparación de una información más sustanciada, presentada por nuestro vicepresidente, Walter Sorrentino. Sin embargo, destacamos algunos aspectos que nos parecen relevantes.
Nuestra principal victoria fue reelegir al gobernador del estado de Maranhão, Flávio Dino, de forma consagradora en la primera vuelta. El PCdoB alcanzó el 1,44% de los votos válidos nacionales, computados los votos sub judice, con más de un 1% en 14 estados. En la elección de diputados estatales, fueron elegidos 21, en 10 estados, totalizando un importe de 2.395.207 votos, total del 2,39% de votos válidos. Incluso con ese resultado, el Partido no logró superar la antidemocrática cláusula de desempeño; la votación para la Cámara Federal sumó el 1,35% (la cláusula exige el 1,5%).
Fue el resultado posible ante el cuadro adverso. No erramos en la línea general. Sin embargo, existió subestimación del problema de cláusula de desempeño. El problema debe ser visto de modo integral y con el espíritu elevado. Estamos actuando en el enfrentamiento de la situación.
Hemos vivido una tendencia de caída en las capitales y en los grandes centros urbanos desde 2014. ¿Cuáles son las razones de fondo de esto? Sólo el hecho de que el voto de opinión ha cambiado de perfil? ¿Qué otras razones plantean este hecho?
Nuestro desafío es enfrentar la cuestión de la inserción social del PCdoB, proyectar y filiar liderazgos, fijar un lugar político e identidad propia del PCdoB en el seno del actual sistema político-electoral brasileño.
Tenemos un camino a recorrer y un desafío mayor: fortalecer nuestra presencia territorialmente, intensificar el esfuerzo de proyectar nuevos liderazgos y fortalecer el lugar del PCdoB en el escenario político electoral.
Nuestro desafío es enfrentar la cuestión de la inserción social del PCdoB, proyectar y filiar liderazgos, fijar un lugar político y la identidad del PCdoB en el seno del actual sistema político-electoral brasileño.
Una preocupación central presente se da con respecto a nuestro lugar político. Él está expresado en el programa, es la lucha por la realización de la nación brasileña. ¡Brasil, un sueño intenso! El sentido de proyecto de país, solidario, fraterno y desarrollado, donde podamos enfrentar todas las exclusiones y opresiones. No podemos abdicar de la lucha por el imaginario. Tenemos que ofrecer una visión de nuestro destino como país, como pueblo y nación. Nuestra época demanda por más solidaridad, oportunidad y compromiso con lo común. Sólo de esta forma superaremos los inmensos obstáculos a nuestro pueblo.
Tenemos un camino a recorrer y un desafío mayor: fortalecer nuestra presencia territorialmente, intensificar el esfuerzo de proyectar nuevos liderazgos y fortalecer el lugar del PCdoB en el escenario político electoral.
Unidad para fortalecer la democracia y la resistencia
El cuadro político brasileño sufre un cambio de calidad profunda. Se instaura un gobierno de carácter ultraliberal en la economía, autoritario en la política, y retrógrado en las costumbres. Su agenda es nociva a los intereses de los brasileños y afecta nuestra soberanía. Ante este cuadro, la unión de amplias fuerzas políticas, sociales y culturales se vuelve una necesidad.
A la par de la realización de ese trabajo, el PCdoB se mueve en busca de soluciones políticas y jurídicas que superen los efectos restrictivos de la antidemocrática cláusula de desempeño. Esto es importante para que pueda desempeñar mejor sus responsabilidades asumidas con la nación y la clase obrera en casi cien años de historia.
Ante esta situación, el PCdoB y el PPL desencadenaron un alto diálogo político-programático, buscando una solución política y jurídica para atender a las exigencias, en la forma de la ley, de superación de la cláusula de desempeño y así crear las condiciones para que sigan desempeñando un papel relevante en la resistencia democrática y en la búsqueda de soluciones de fondo para que Brasil se convierta en una nación próspera, democrática, soberana y socialista.
De ese diálogo fructífero, vino la convicción de que las dos leyendas poseen afinidades y convergencias programáticas y, frente al presidente electo de la extrema derecha y su futuro gobierno, tienen el entendimiento común: la visión táctica confluente de que hay que agregar un abanico amplio de fuerzas para emprender la resistencia y la oposición democrática. De común acuerdo, las direcciones de las dos leyendas concluyeron que el camino para concretar los objetivos propuestos es el de la unidad, cuyo encaminamiento práctico, legal y viable es la incorporación del PPL al PCdoB. Este proceso, de acuerdo con los términos acordados, asentados en la legislación y en los estatutos de las dos leyendas, se efectúa simultáneamente en sus instancias de decisión y deliberación. Para concretar ese proceso, en este 1 de diciembre de 2018, en una decisión congresual, el PPL decidió incorporarse al PCdoB. Proponemos que este Comité Central apruebe la incorporación del PPL al PCdoB, que no sufrirá cambio de nombre, símbolo, estatutos y programa. Proponemos, de igual modo, que sea convocado un Congreso extraordinario para realizarse el 17 de marzo, para la elección de un nuevo Comité Central. Para cumplir las prerrogativas de la legislación, el Congreso Extraordinario del PCdoB se realizará en sesión conjunta con el Congreso del PPL. Por último, vamos a presentar para aprobación un Proyecto de Resolución con la nominación de la nueva dirección nacional que será deliberada en la reunión conjunta de los congresos de las leyendas. Esta nominación está constituida de 170 nombres, siendo 130 los actuales miembros del Comité Central y 40 oriundos de indicación por el PPL.
En el 2 de diciembre, como parte de ese rito político y jurídico, el PPL y el PCdoB celebraron una sesión conjunta del Comité Central del PCdoB y del Congreso Extraordinario del PPL, en la que se comunicó la incorporación del PPL al PCdoB, acompañada de un acto político. Abrir veredas y hacer el enfrentamiento al orden que se impone como afirmábamos en nuestro 14º Congreso. Necesitamos abrir veredas, hacer el enfrentamiento al nuevo orden que se impone, resistir y actuar con sagacidad y amplitud. La cuestión central de nuestro tiempo es la conformación de un amplio movimiento, un bloque, un frente amplio, político y social que tenga en la defensa de la democracia su aspecto central. Camaradas, a pesar de las adversidades, de las inmensas dificultades, nuestra gente podrá superar este momento que el país atraviesa. El campo democrático y patriótico sabrá crear caminos para llevar las luchas de nuestro pueblo a otro nivel. Como afirmábamos en nuestro congreso, en medio de esta densa niebla que gira sobre Brasil, nuestro desafío es abrir claridad, apuntar perspectivas, construir la resistencia. Estamos hechos de una fibra que no se intimida con las adversidades. ¡Firmes en la lucha!